
Llegué a saberme un mar
con su estatura
lo nací para mí
solitario y perfecto
por todos sus rincones
hice espuma.
Una tarde me trajo
su rumor más hermoso
y soñé que vivía
y su anónima voz
recuerdo desvelando
la nada
que era mía.
P. Manrique
Existe una caracola por la que, en vez del mar, se escucha todo lo que quisimos ser y nunca seremos.
ResponderEliminarLo que poquísimos saben es que en el más recóndito de los lugares, tras un largo viaje por el desierto, existe otra caracola que nos susurra todo lo que jamás hubiéramos soñado ser, y sin embargo terminaremos por conquistar.
ResponderEliminarY yo oigo la música junto con la canción y ese mar aveces silencioso, otras bravo, y otras tantas se funde con el cielo, y esa nada tan tuya, tand e todos.
ResponderEliminarUn besico Pilar Manrique, si nos lees.
Alberto me gusta lo que dices
ResponderEliminarGracias a todos, os leo y en ocasiones escribo comentarios en vuestro bog, eso sí, siempre con respeto y afecto.
ResponderEliminarPilar Manrique.
Que identificación más bella.
ResponderEliminarQué romántico,
ResponderEliminarComo todo lo que sale de una mente brillante,
Me llena de sentimiento leerte...
Esas letras que entran en tu ser
Y se estacionan en la mente...
Gracias
Estás en vena, hermana Sagrario.
ResponderEliminarYo habito y hábito desierto
ResponderEliminarde soledad, espacio, mar y tierra.
Y entre ellos, la caracola se entierra
en espirales con un cierto
aire de vida en el que rueda
la caracola al llanto por la pena
que la ahoga, la asfixia y que la enciena
al ver desierto lo que queda.
En esta encrucijada pura
periódica encontró la cura
la caracola y viose sorprendida
cuando sabiose el centro de la vida.