EL CAMPANARIO



Los campanarios de los monasterios nos volvían locos de pasión.
Un día: hace ya algún tiempo fuimos de excursión al pueblo de un viejo amigo cura. En un momento que él se despisto, subimos los altos escalones de la torre de la iglesia donde nos encontrábamos. Allí arriba, de pie, sobre un frágil madero, tan solo sujetado por los extremos, junto a la gran campana orgullo de toda la villa, (haciendo equilibrio como si fuéramos trapecistas) nos desnudamos, y llenándonos de besos nos fundimos el uno en el otro. Con el vaivén del enredado abrazo, ni cuenta nos dimos, rozamos a la vecina de bronce. Su badajo enorme y rápido la hizo repicar contenta:

-Talan, talan. Talan, talan.

Mas excitados aun, soñamos que Ella aplaudía nuestro amor apasionado, pero… una voz intensa desde abajo, grito nuestros nombres:

-¡Paco! , ¡Carmen!
-¡Pacoooo! ¡Carmennn!

Era nuestro amigo el cura que enloquecido no comprendía el éxtasis celestial.

Os aconsejaría el lugar queridos lectores, pero acabo la historia mal.

Nuestro amigo, Antonio, el cura se empeño en casarnos ese mismo día
FLOR MORENO

6 comentarios:

pepe montero dijo...

Joder, con Flor.

Seguro que habrá habido matrimonios impulsados por mandato parroquial, o monástico, pero creo que la boda se debería haber producido, no tanto por el empeño del pater, como por la dureza del badajo, el arrebato y calidad de los talanes, y el tamaño del cirio.

¿Acabó mal?.

¡Hayyy, campanera!,

tenías que haber colgado el video de Joselito.

Besos.

Unknown dijo...

Ay flor, que gracia me ha hech este final. Estoy con Pepe, realmente el matrimonio tenía que haber sido por el badajo y no por el mosen.

Si es que lo peor del acto del matriomonio es que lelgas a la ceremonia con novio y sales con marido. ¡Triste conclusión!.

estrellaesol dijo...

Vaya, vaya con estos chicos. ¿son excitantes las alturas? ¿seguro que nuestra amiga sabía qué badajo estaba dando música celestial? El que lo tuvo claro fue el amigo cura. Con amigos como este...
Felicidades Flor, me has hecho echar una sincera sonrisa.
Esther

sagrario dijo...

Badajos los de antes, las campanillas de ahora dejan mucho que desear.
Genial el relato.
A ver quien es el próximo.

Flor Moreno dijo...

Muchas gracias chicos por vuestros comentarios, sobre todo a Esther por poner el relato en nuestro Blog.
A mi personalmente me gustan las bodas; pero esta pareja queria seguir siendo amantes de altura, sin bendiciones parroquiales.

Por eso acabo mal.

Un besico.

LUIS ROSER RODRIGUEZ dijo...

Esa es la paradoja de la historia, que ellos ya eran amantes de altura o en las alturas, lo mismo da...pero claro la bendición de dios.....

en fin menos mal que el mundo gira y gira y cambia acada día.

UIn saludo