Son las once en el reloj. Mejor, son las once en todos los relojes menos en el mío que da vueltas y más vueltas, sin parar. Rueda hacia la derecha, da un quiebro y se va para detrás. Pega saltos de alegría y botan números con saetas bailando al compás.
Tanto se mueve el tiempo que me hace tropezar, me mareo sobre mi propio mareo y ya no se si estoy aquí o allá.
Es el reloj que da vueltas y yo el niño que no se da cuenta si pasan horas, minutos, o yo que se, pues me encuentro en un bucle temporal. Deslizado por toboganes alzo columpios al cielo y sonrío al sol dorado que salpica miel.
Brota el segundo a la una terminando de crecer de él un trébol con cuatro hojas; mientras, juego al cinquillo con un gato y sus siete vidas. De repente canto las cuarenta y el as de horas se casa con una caja llena de tiempo. Me invitan a la boda, les regalo un ciempiés un poco exagerado pues se ha implantado otros cien.
Entre números, letras y la nota musical componemos un ser temporal.
Una brisa rafagea y me sugiere volver
Son las once en el reloj y me llaman para cenar.
Estrellaesol
Tanto se mueve el tiempo que me hace tropezar, me mareo sobre mi propio mareo y ya no se si estoy aquí o allá.
Es el reloj que da vueltas y yo el niño que no se da cuenta si pasan horas, minutos, o yo que se, pues me encuentro en un bucle temporal. Deslizado por toboganes alzo columpios al cielo y sonrío al sol dorado que salpica miel.
Brota el segundo a la una terminando de crecer de él un trébol con cuatro hojas; mientras, juego al cinquillo con un gato y sus siete vidas. De repente canto las cuarenta y el as de horas se casa con una caja llena de tiempo. Me invitan a la boda, les regalo un ciempiés un poco exagerado pues se ha implantado otros cien.
Entre números, letras y la nota musical componemos un ser temporal.
Una brisa rafagea y me sugiere volver
Son las once en el reloj y me llaman para cenar.
Estrellaesol
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