DE CUANDO ESTUVE LOCO

De cuando estuve loco aún conservo
el carné de majara en la cartera,
un plano detallado del infierno,
un cielo con pirañas y goteras,
un prontuario en la comisaría,
un frasco con pastillas de colores,
la carta con la que te despedías
y remedios varios contra el mal de amores.

Ahora voy rumbo al sur a sentar plaza
desdeñando otros puntos cardinales
y el sol encarcelado en la terraza.
Voy rumbo al sur buscando
tus besos espirales.

Atrás dejo kilometros de afueras,
aire por respirar, luces en rojo.
Hacia donde señalan tus pezones
voy a toda pastilla
dando gas a la moto.

De cuando estuve loco aún conservo
un par de gramos de delirio en rama,
por si atacan con su razón los cuerdos
y un viento fuerza 6 de tramontana;
el vicio de escribir por las paredes
pareados de amor y la manía,
de buscarte entre todas las mujeres
que en horas bajas me hacen compañía.

Cuando rozo tus pétalos, nenúfar
que sobrevive en aguas estancadas,
saltan chispas, los cables se me cruzan,
se me sube el mercurio
y me salta la alarma.

Mono de tí que me obliga a llevarte
en sobres rojos liofilizada
para tomarte cuando me apeteces
en sorbos cortos al
sufrir la madrugada.

Te escribo desde un área de servicio
donde sólo me ofrecen gasolina.
Puedes llamarme a cobro revertido
desde la caracola de la esquina.

        Tito Muñoz y Joan Manuel Serrat

LOS DÍAS Y LA NIEVE



Atardece en la colina de tus labios.
El húmedo viento de abril
nos devuelve
las horas perdidas,
los días furtivos,
todo el amor incautado
sin previo aviso.

Atardece,
y son  las cálidas
huellas del deseo
las que abren manantiales
y fronteras de fuego.
Murmullos de jade recorren caminos
largo tiempo inescrutables.
Atardece,
y en tus labios empieza la aventura.

Marta Navarro García

DESTINO











Vivo como animal sin disciplina
y en la tierra viajo sin maleta
corrí del Sur al Norte y no hallo meta
y andando calles no ví nunca una esqina

Me senté en una silla de cocina
y una mujer de pie me dió etiqueta
me puso el pan delante como teta
me creí sano y salvo en su retina

Pero mi hambre mayor es de camino
mi sed de abiertas rutas y mi sueño
ser como el viento de la vida acaso

No puedo estarme quieto es mi destino
correr hasta la muerte y soy pequeño
cuando tú de la mano me abres paso

                         Carlos Edmundo de Ory