
Todo lo que te dije
con mi camisa lenta.
A todo lo que supe
recorriendo tus labios.
Añade,
mi mediocre fetichista.
El medio cielo
de la pensión más rasa
y las sábanas sucias
a juego con tus manos.
Desplacer es helarse
en el calor de un beso.
Buscar ese sabor
y encontrar sólo el labio.
Un día vendrá el tiempo
que tiene poco de tiempo
y te verá colgado en el armario.
Ya está bien de morirse
corriente como un duro.
Me compraré otro cuento
abriré mi paraguas
y ese invierno hará un pis
sobre tu cara.
Y podré recobrar la camisa
que protege la noche
cuando más frío siento
donde más te creaba.
P. Manrique.