Dos poemas canallas



Son tantos


Son tantos
 los versos que te he dado
que ya no puedo
amarte cuando
suenan mis palabras a amargura.

Hemos cambiado
anhelos por reproches,
por eso cada noche
me pierdo
en el mar de la locura.

Son tantas
las caricias que te he dado
que ya no puedo
tocarte cuando
mi piel esta fría por las dudas.

Se apagaron nuestras luces
ya sólo somos dos sombras,
por eso le rezo a la luna
a ver  si nos ilumina
con un ápice de ternura.

 Quisiera

Quisiera,
arrastrarte con mis besos
hasta el mar de la locura.

Quisiera hincarte
mis colmillos de amargura.
Que me mecieses
como a un niño bajo la luna,
en el regazo de tu escote
desprovisto de armadura.

Perdona,
si me pierdo entre las sombras,
me meto bajo tu falda,
si me alojo
 en tus sueños de ternura.

Perdona
si te amo entre palabras,
si acabo con tu calma,
si me agarro
en tu fina cintura.

 Pero soy,
como un halo invisible
como un viento impredecible
que azota con violencia
las murallas de la inconsciencia.

Como un sueño en tu cama,
que cada noche con paciencia
se cuela en tu alma
y  te roba la inocencia.


No te fíes
de este triste poeta
de este humilde trovador
que hace uso de sus tretas
para robarte el corazón.

Que las palabras, son veneno
que fascinan y embelesan,
susurrando caricias,
que nublan la razón.

José María Bayod

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